PALABRAS DE MALA PRENSA: La locura, por María Elena Picó Cruzans


“ Cuando acabo de cortarme las uñas o lavarme la cabeza, o simplemente ahora que, mientras escribo, oigo un gorgoteo en mi estómago, me vuelve la sensación de que mi cuerpo se ha quedado atrás de mí (no reincido en dualismos pero distingo entre yo y mis uñas) y que el cuerpo empieza a andarnos mal, que nos falta o nos sobra  (depende).
         De otro modo: nos mereceríamos ya una máquina mejor. El psicoanálisis muestra cómo la contemplación del cuerpo crea complejos tempranos. (Y Sartre, que en el hecho de que la mujer esté “agujereada” ve implicaciones existenciales que comprometen toda su vida). Duele pensar que vamos delante de este cuerpo, pero que la delantera es ya error y rémora y probable inutilidad, porque estas uñas, este ombligo, quiero decir otra cosa, casi inasible: que el “alma” (mi yo-uñas) es el alma de un cuerpo que no existe. El alma empujó quizá al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante. Apenas da dos pasos se rompe el alma ay porque su verdadero cuerpo no existe y la deja caer plaf.
         La pobre se vuelve a casa, etc., pero esto no es lo que yo. En fin.
         Larga charla con Traveler sobre la locura. Hablando de los sueños, nos dimos cuenta casi al mismo tiempo que ciertas estructuras soñadas serían formas corrientes de locura a poco que continuaran en la vigilia. Soñando nos es dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sospechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño que se fija.
         Sabiduría del pueblo: “Es un pobre loco, un soñador”.
                                               Julio Cortázar, Rayuela


Me empeño en rescatar la locura, y, sin embargo, cada vez siento con mayor fuerza que es ella la que viene a rescatarme. 
Es ella la que se dedica a jugar conmigo y me trae de cabeza. Lleva haciéndolo de forma descarada desde que decidí escribir sobre ella en estas páginas. Es como si hubiera ido borrando todas las palabras preconcebidas sobre la cuerda idea de rescatar la locura. Y ahora me doy cuenta de que ha estado jugando conmigo, y riéndose de lo lindo.
Por otra parte, cómo podríamos rescatar algo que se encuentra oculto a nuestros cuerdos ojos. Sólo podría hacerlo si mirara desde los acantilados de las sombras, y si así fuera nada podría hacer más que perderme o diluirme.
Si no fuera por ella… ¿cómo perderse? Y ¿cómo encontrarse?

“Es cierto  que a menudo nuestro pensamiento se despista de las palabras que escucha.
Existen muy diversas causas. Tantas, quizá, como personas. Algunas muy curiosas que conozco son fisiológicas y, otras, alucinatorias. Todas suelen ser estrambóticas y obedecen a razones de supervivencia: todos en algún momento necesitamos zambullir el pensamiento en aguas sin sonido; necesitamos correr las cortinas… o bebernos un vaso de kéfir.
Sin ir más lejos, hace “pronto”, mientras me hablabas, he de confesar que dejé de escucharte y me perdí en ti. Mientras me hablabas, mi mente pensaba que tus ojos eran del mismo color que el jersey que llevabas puesto. No recuerdo lo que dijiste, es cierto. Pero te aseguro que no puedo olvidar el color de tus ojos.
Existen instantes que nunca pasan al recuerdo. Siempre están presentes. Los llevas puestos como se llevan las caricias en la piel o el brillo de una mirada en los ojos.
En esos instantes, concentrarse o despistarse es lo mismo. Concentras toda tu alma en aquello que te despista del mundo”.


Si no fuera por ella… ¿cómo invadir? Y ¿cómo rendirse?

“Estambul fue inesperada.
Se deslizó entre oraciones.
Quizá sea el nombre: Estambul.
He recuperado en ti la palabra”.


Si no fuera por ella… ¿cómo morir? Y ¿cómo seguir viviendo?

“Llueve. Y se respira en el aire el aroma de los paisajes lejanos, entre los susurros y el otoño.
Poco a poco se va desatando la tormenta que me arrastra hacia las palabras y me hace partícipe de los recuerdos.
Y construimos un mundo con todos los retazos de los otros mundos.
Sigue lloviendo.
En la plaza yace el cuerpo muerto del animal. Ese animal que acaba siendo siempre el mismo. El chaval de la camiseta naranja salta sobre su vientre. Pero la vaca está muerta. Y nadie llora su muerte. Antes de morir la han balanceado como una peana. Pero ahora la vaca ya está muerta.
Vuelvo a casa. Llueve. El aroma de la calle es indescriptible. (Hace unos minutos soñaba en la distancia).
Subo la persiana. Y entra el aire fresco y las voces de la calle. Yo ya sé que la vaca está muerta. Pero antes de morir han saltado sobre su vientre. Nadie ha guardado su silencio.
¿Qué es lo que nos atrae tanto de la muerte?”

Si no fuera por ella… ¿cómo continuar cuerdos?

“Mi cordura se turba en tu presencia. Me arrolla la mirada que me anula las palabras y el aliento. Quiero huir del instante en el que el desconcierto se convierte en la premisa y la templanza se disuelve.”

Si no fuera por ella… ¿cómo dejar que una mancha tan sólo sea una mancha?

Invitación

¿Quieres tomar la invitación de la locura? Escribe tu propio texto a partir de la frase inicial: “Si no fuera por ella…” Hazte preguntas y escucha las respuestas que la locura te susurra.

Comentarios

  1. Sara Torrejón ha escrito:
    19 diciembre 2011


    Si no fuera por ella... ¿Qué seríamos sin ella? Que nos lleva a
    incitar, a hacer, nos ayuda a seguir, a contestar, a reír ,a llorar, a
    saltar, a bajar, a subir, a empezar, a acabar, a dejar a medias, a
    recordar, a olvidar, a querer, a odiar, a amar. Gracias a ella somos capaces de llevarle la contraria al mundo y reírnos de ello, cuando la gente te mira raro y en el fondo piensa: "Esta chica, ¿qué hace?" Habría que contestarle: "Yo vivir y ¿usted?" Muchos pensarían que estamos locos, pero las mejores personas lo están, las mejores personas se dejan llevar por la locura y saltan, gritan, huyen, ríen, lloran, odian, aman y viven, sobre todo viven. Si no fuera por ella moriríamos. no sabríamos que hacer y nos moriríamos de aburrimiento. Eso es así. Sin ese punto de locura no habrías saltado, no habrías gritado hasta
    quedarte sin voz, no habrías corrido hasta morir detrás de aquel coche, no habrías besado aquella noche, sin ella no habrías amado hasta darlo todo. Sin ella simplemente te habrías limitado a respirar.

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  2. Irene Báguena Clemente ha escrito:
    29 diciembre 2011.


    Y si no fuera ella…, y si no fuera ella la que me hace levantar cada día con una sonrisa (incluso los lunes) y si no fuera ella la que hace que me ría de todo incluso de mi, y si no fuera ella la que me hace decir cosas cuando no vienen al caso, cuando nadie tiene nada que decir y te miran raro por ello…
    ¡Oh, Dios mío, estoy loca! Bueno, haber tranquilicémonos, tampoco esta tan mal ¿no? Ya le gustaría a la gente poder reírse de todo, poder gritar y soltar a alguna carcajada sin que venga a cuento, poder decir cualquier cosa que no tenga sentido sin el miedo al “qué dirán” ….
    Puedes reírte de una palabra mal dicha, incluso de un perro en su intento desesperado por morderse la cola, no importa, siempre habrá alguien que te mire y piense: “con los problemas que hay en este mundo, ¿no sabe hacer otra cosa que reírse de la cosas más absurda?
    A lo que a mi (siempre con educación) me gustaría contestar: “Mire, si que sé hacer muchas más cosas, pero lo que estoy haciendo ahora es vivir, ¿qué como se hace? Muy sencillo, déjese llevar, fíjese en las cosas más simples de la vida, por ejemplo en la cara de un niño cuando le regalan una piruleta pensando que algún día ese niño fue usted y que tal vez si profundiza un poco más en tu interior tampoco le importaría que se la regalaran a usted. Tal vez lo que le falta para vivir, o mejor dicho para disfrutar, es una pizca de locura.

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